Die Schrecken der Liebe / Los horrores del amor

Era 1990. Enero de 1990. Era noche y llovía. Había llegado de Alemania con un afiche de una muestra que decía: DIE SCHRECKEN DER KRIEGE. Aún lo tengo dando vuelta en alguna carpeta. Fui a visitar a Dina S. Y comenzamos a chablar sobre los horrores del amor. Y puse una hoja en el tablero, busqué mis pinturas y empecé a pintar Die Schrecken der Liebe. Y llegó él. También venía de Alemania. Y me preguntó por qué. Por qué estaba pintando eso. Con veinticinco años pintaba eso. Hablamos. Me llevó a mi casa en un auto negro. Le conté. Me pidió vernos. Nos encontramos en un bar en Santa Fe y Coronel Díaz. Tomamos una Cunnignton con cerveza. ¿Un Radler?  Me habló de la Erotische Ausstrahlung. Le pregunté por qué. No sé, dijo. La tenés. Y para qué me sirve, le pregunté. Para haberla visto una vez, dijo. Nos despedimos. Él volvió a Alemania. Yo seguí pintando. Al tiempo murió. Me encantaría volver a verlo.   Ellas me llamaron traidora, perversa, triste mujer, degenerada. Pero ellos me dijeron luminosa, madraza, estoica, diosa pagana. No le creo a nadie. Sigo caminando bajo las estrellas y el universo marcha conmigo. El tiempo dirá al final a quién de todos debería haberle creído. (Dedicado al alemán, del auto negro)